miércoles, septiembre 26, 2007

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Exterior. Estación Retiro.

Las chicas rebozan de alegría y vitalidad, de esperanza y libertad. Una de ellas se levanta del asiento del convertible para sentir el viento en la cara. El pelo brillante se le revuela con espíritu aventurero. La que conduce, que es tan igual de hermosa y joven que tanto podrían ser amigas, amantes o hermanas, también ríe de felicidad desviando la mirada del camino porque el paisaje ha sido despejado para ellas. O son apenas dos modelos sobre-impuestas en un entorno digital. De punta a punta de la línea de andenes, allí arriba, donde se escriben las cosas importantes, el cartel de Telefónica-Movistar para que lo veamos todos nosotros, malditos pobres diablos que bajamos de los trenes.
Con la sensación en la boca de estar perdiéndonos de algo, pasamos los controles con el boleto en la mano, bajamos escaleras y pagamos exacto o por débito automático.

Interior. Subterráneo.

“NeoMax Express”. Nuevo, máximo y rápido. A la mierda! ¿No será mucho para un pequeño negocio de venta de modernos cachivaches que solo quiere dominar el mundo?
Ahí viene el tren.

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